domingo, 30 de octubre de 2022
CHIA
Un hombre se encontraba mirando por la ventana de su hogar cuando suena el teléfono, era la noticia que sus padres habían muerto. Fue al funeral y comenzó a recordar todos esos momentos que vivió con ellos, los buenos, los malos y los inolvidables ( que no eran buenos ni malos sino simplemente eran parte de).
El testamento llegó en su debido tiempo y su herencia fueron hectáreas, edificios, partes del negocio familiar y la casa de su infancia. Al día siguiente se dedico a firmar papeles todo el día y en la noche decidió ir a esa casa vieja y llena de recuerdos. Cuando entró el aroma de la cocina de su mamá le lleno los ojos de lagrimas, se sentó un momento en la sala a escuchar el silencio y a lo lejos escuchaba las risas, llantos, gritos, que antes invadían esas paredes. Subió las escaleras y encontró las pantuflas desacomodadas de su padre, se acostó en la cama impecablemente arreglada ( como cada mañana su mamá la dejaba), abrazo la almohada y lloró hasta quedarse dormido.
Por la mañana se levantó por el rayo de luz que entraba por la ventana y decidió comenzar a guardar todo, los libros viejos de su papá, los peluches de su mamá, y así cada cosa iba en una caja diferente. Tocaba el turno de su cuarto y al entrar su mente voló a su infancia, su adolescencia y juventud. Empezó a acomodar todo en cajas y abrió un cajón y encontró muchos recuerdos, y entre ellos se encontraba un celular viejo. Decidió conectarlo y prenderlo y halló muchas conversaciones del pasado con amistades que ya sólo quedaban esos mensajes para evidenciar lo que alguna vez fue. Encontró una en especial que le llamó la atención, una conversación la cual nunca más respondió más que con una ultima imagen y después decidió olvidar y seguir. Se preguntó que había sido de su vida y se propuso contactarla, la buscó en redes sociales y no la encontró, preguntó a sus probables conocidos para saber que había pasado con ella y le dieron una dirección de consultorio y se decidió a ir.
Llegó a la dirección indicada y cuando se estacionó la vio a lo lejos bajándose de un auto , le hacia honor a la frase de " como los vinos" porque a pesar de los años se veía mejor que cuando la conoció, caminó hacia la parte de atrás y bajo a 2 pequeños de aproximadamente unos 6 y 7 años que la llamaban mamá, ella los regañaba con ese carácter que siempre la caracterizó, los llevaba en ambas manos y la vio entregárselos en el estacionamiento a otro coche, donde los subió y los despidió con un beso, se acercó a la puerta del conductor y le dio un beso largo al hombre que iba manejando, le dio su bendición y se apresuró hacia el elevador gritando que lo detuvieran.
Después de presenciar todo eso, el hombre encendió su coche y dijo "ahora ya sé todo lo que esperaba saber" y se encaminó hacia su destino el cual como siempre es incierto.