En la lejanía del firmamento te veo caminando, el sol se oculta y tu volteas, me miras y sonríes, te acomodas el cabello que vuela por el viento y corres. Corro deprisa detrás de ti y te gritó: Espera!
Pero tu ya no estas, solo queda el atardecer seguido de la noche, el suelo esta frío yo estoy descalzo sobre el pasto y ahora el viento recorre mi cuerpo. Jamás olvidaré ese frío y helado viento que me eriza la piel y me estremece, que se mete por mi camisa y es lo único que me abraza. Volteo la mirada y entre la mirada nublada por las lagrimas observo las estrellas. Brilla la noche tan intensa y me doy cuenta que soy el único sentado rodeado de naturaleza, me recuesto y empiezo a contarles mi historia, que si bien no es dulce ni amarga, es solamente un recuerdo de quien soy.
Mis ideas están revueltas, despierto en un apartamento entre la ciudad ruidosa, sabanas limpias, y ese viejo amigo me sigue abrazando y es tan frío y helado como esa noche. La diferencia es que ahora te tengo a ti para abrazarme y olvidarme del frío de esa noche en donde creía estar solo, pero no estaba solo, únicamente estaba sin ti.
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