Muerte y Epitafio

Corría el año 2016 empezaba una nueva experiencia, me iba a adentrar al mundo hospitalario por 1 año completo, teniendo guardias de 36 horas cada tercer día. Nunca había tenido una experiencia así y me llenaba de temor y emoción al mismo tiempo. En el primer mes todo fue muy difícil, después de cada guardia sin dormir me mareaba sin razón alguna, pero a pesar de todo pasó el primer mes. El segundo mes fue aun más difícil que el anterior, tuve problemas  con el hospital y con mis jefes inmediatos en donde parecía que todo el esfuerzo de 4 años había sido en vano, las mentiras de otros hacia mi me llevaron a tener problemas serios, a tal grado que un día me encontraba sentado frente al jefe del departamento de cirugía, el director del hospital, el director del complejo médico estatal y el abogado del hospital. Jamas olvidare ese momento, me encontraba en cirugía y me llamaron a la oficina, mis manos sudaban, mi mente giraba y parecía que todo estaba en mi contra, pero después de escucharlos me dí cuenta que podía salir de esa situación si era lo suficientemente listo. Yo únicamente estaba siendo utilizado para que pudieran llegar  a alguien más, que era el verdadero culpable. No estaba dispuesto a sacrificar esos dos meses por alguien más y aun a pesar de que después me encontraba amenazado por las personas responsables levante la cara y los hice responsables.
Después de librarme de esa situación pensé que lo peor había pasado, ya no iba a haber ningún problema que me pudiera derribar, hasta que llegó ese día en octubre. Era un día normal en el hospital, los pacientes iban y venían, sacaba muestras de sangre, caminaba por los pasillos apresurado cuando un dolor de cabeza me detuvo. Jamás había sentido un dolor tan grande  en mi vida, me quede sentado en el suelo hasta que alguien me levantó y me llevo a urgencias. Todo pasó muy rápido, me canalizaron, me hicieron pruebas de sangre, y de orina, y yo únicamente escuchaba a lo lejos, me encontraba somnoliento y cansado. Me subieron a realizar una tomografía contrastada y cuando abrí los ojos el médico de guardia me empezó a explicar los hallazgos. Como médico usualmente te toca estar del lado donde dices la malas noticias y ves como se derrumban los familiares o los pacientes se quedan catatónicos y te pones a imaginar en que estarán pensando. Pues yo en ese momento empece a escuchar el diagnóstico de aneurisma cerebral y de ahí en fuera solo fueron palabras huecas, me adentre en mi mundo y no volví.
Salí del hospital cansado, como si hubiera sido otra guardias más, y en mi cabeza solamente sonaban esas palabras, "puedes tener una hemorragia cerebral en cualquier minuto y podrías perder la vida". Llegue a casa y como una rutina de un día normal de guardia me dormí. No hable con nadie, no quería que las personas se empezaran a compadecer de mi y no quería ser de esas personas que no puede hacer cosas por miedo a morir.
Al día siguiente tuve una junta con la jefa de enseñanza y hablamos largo y tendido sobre la situación, la conclusión fue que yo iba a seguir en mis labores normales y que tenia que estar yendo a consulta cada mes para valoración. Ese fin de semana me lo dieron libre y decidí darle la sorpresa a mi novia de que iba a ir a verla. Después de que le mande mensaje de que estaba por su casa su respuesta fue " super bien, porque hay cosas que tenemos que hablar". La relación se había ido deteriorando por mi falta de tiempo según yo creía. En el momento en el que la vi lo único que hice fue lanzarme a sus brazos y llorar, ella también lloró y me dijo " lo siento creo que esto no esta funcionando, no tienes el tiempo para mi, estas muy lejos y no puedo seguir tu ritmo de médico".
Esa semana para mi fue la peor y la mejor, me dí cuenta que era lo mejor que ella terminara porque no quería que estuviera llorando sobre la tumba de su novio, quien le dio unas horas de su vida a ella y todo lo demás a su carrera. Desde ahí prometí no enamorarme, sino vivir la vida que me quedara como si fuera una vida normal.
Y te das cuenta que vivir una vida normal conlleva enamorarse aunque no lo quieras,  tener que ocultar cosas de las personas que amas para que no te vean diferente, y saber que cada día que despiertas puede ser el último. Este año volví a recaer con los dolores de cabeza, mi mal genio los oculta perfectamente, he tenido que dejar muchas cosas porque me di cuenta que no quiero morir. Mañana es mi estudio de control y estoy aterrado, como médico sé que los síntomas han ido incrementando, un día puede ser una tos que no te deja respirar y al final te dicen que partes de tu cerebro están fallando paulatinamente, otro día es un dolor de cabeza insoportable, a la mañana siguiente es estar muy sensible y llorar por cualquier cosa, y mañana que será?
Lo único que sé es que si me operan y no salgo de esa plancha de quirofano quiero que mi tumba diga: " Vivir una vida normal implica no vivir como si fuera tu último día".